Apenas se enteró de su grave enfermedad decidió considerarla "como un resfrío", pues para ella, la forma de enfrentarse al cáncer tenía mucha relevancia al momento de comenzar con un tratamiento satisfactorio.
"Ha sido duro, pero lo bueno es que uno se puede recuperar y estar bien".
Aunque hoy en día asegura sentirse feliz después de todo, desde sus 31 a los 33 años la modelo argentina ha estado inmersa en numerosos procesos hospitalarios. Sin embargo, posicionó su meta en hacer todo lo posible para sanar y atravesar el cáncer.
"Creo que la mente juega un papel clave en esta enfermedad porque si te juega una mala pasada y te deprimes y te tiras a 'morir', es probable que eso suceda. Pero si tomas una actitud como de pelear, de energía y de hacer todo lo que está en tus manos, uno se puede sanar".
"La que tenía más fuerza de todas era yo": Aylén Milla y su círculo de apoyo
Ante la incertidumbre, los pacientes en tratamiento idealmente deben encontrar, según indicó Aylén Milla, "su lugar de confort" para sobrellevar la situación.
"Es muy difícil ser un familiar o una amistad de una persona con cáncer porque la persona se pone muy triste. Entonces, creo que uno tiene que sacar fuerza -literal- de donde no las tiene para atravesar esta enfermedad. Creo que todos tienen la capacidad de tener esa fuerza interior propia".
Aunque han habido avances en materia de medicina, actualmente la quimioterapia es el tratamiento más adecuado. Por la agresiva terapia, cuando estaba en momentos complejos a nivel de ánimo, Aylén Milla optaba por realizar actividades que le reconfortaban, tal como lo confidenció en el "Buenos Días a Todos": "Intenté no sentirme mal".
Superación: La sanación de Aylén Milla
Una vez que Aylén Milla confirmó que el cáncer se fue de su organismo reflexionó sobre las enseñanzas que les dejó la experiencia.
"Llegaste a mi vida cuando menos te esperaba, 32 años y me golpeaste la puerta de mi templo (mi cuerpo). Me dijiste: hola, vengo a enseñarte muchas cosas que no estás entendiendo por las buenas. Te recibí, te lloré, te odié, luego te abracé y te pregunté: ¿qué quieres mostrarme...?