La revista National Geographic dejó a el mundo entero impactado con un reportaje que demoró años. Siguieron paso a paso el difícil camino de Katie Stubblefield, una mujer que a los 18 años se disparó en la cara; y que posteriormente se convirtió en la persona más joven en recibir un trasplante facial.
Katie Stubblefield pudo salvar su vida, pero su rostro quedó destrozado; su nariz, huesos de la mandíbula, y parte de su cráneo quedaron en terribles condiciones. También sufrió heridas graves en su cerebro y en sus ojos.
Antes de la cirugía para recibir su nueva cara, Katie tuvo que atravesar más de 22 intervenciones reconstructivas, insertando placas de titanio e impresiones en 3D; además de hueso, músculo y piel de su fíbula, abdomen y muslos para cubrir las partes que le faltaban. Pero no era suficiente para que tuviera una buena calidad de vida, ya que Katie tenía serias dificultades para ver, comer y hablar.