¡Que levante la mano a quién no le parece desagradable el hipo! Nadie podría, ya que es una sensación involuntaria que es muy molesta. Cientos de secretos para que se pase: asustarse, tomar líquido con la cabeza al revés e incluso pegarse un trozo de diario en la frente para terminar con la molestia dicen las abuelas.
Sin embargo, a Charles Osborne nada le hacía efecto. El estadounidense comenzó con sus crisis en 1922, justo después de una caída.
Mientras estaba trabajando perdió el equilibrio y cayó al suelo. Fue durante este accidente, que a primera vista parecía no tener consecuencias, que al hombre se le rompió un vaso sanguíneo en el cerebro.